Como si fuera poco, el gélido viento de un amanecer de otoño con su seudo invierno, apresuro los momentos mas críticos del estado de inconsciencia que lleva al ser humano al descanso del día a día. Entonces esa maldita ventana se abrió y el aire se torno mas pesado que de costumbre. La frazada no podía mantener el calor que el cuerpo reservo durante toda la noche y el solo hecho de habitar una cama en soledad, es suficiente para que la batalla se pierda. La soledad y la falta de amor, de la dama, que no aparece y el frío que hace de las suyas. Es de día y quiera uno o no hay que levantar las riendas y enfrentar la realidad de cerrar esa ventana sin poder volver el tiempo atrás. no hay escusa hay que levantarse.
Como experiencia, no volverá a pasar ese imprevisto, ni tampoco volveremos a despabilarnos en medio del congelador de la mañana de invierno. Por lo menos eso es experiencia, pero uno es así de olvidadizo y seguro estas palabras volverán al ruedo para contar una idéntica historia donde la ventana no tuvo mas remedió que rasgarse por los vientos. -
Diego Leandro Couselo
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