No todos los días de tormenta son una tormenta. Imagínese sale de su trabajo. Horarios pico. Autos que van y vienen. Y él estaba en el tumulto de la gente. La lluvia cae a cantaros como si San Pedro se hubiese bebido el océano atlántico completo para un análisis médico como esos que le dan a los viejos en sus días de ayuno. Tome agua señor y limpie las tuberías.
Pero el aguacero era una realidad y entonces el señor que salía de tedio de su trabajo, dejó el tumulto de la gente. Abrió su paraguas para no mojarse y enfilo para escapar hacía una plazoleta. No sabemos porque, ni como, pero el se acordó de una vieja película musical mientras comenzó a silbar. Vieja, de antaño. Cantando bajo la lluvia. Singue in the rain para los mas allegados. En ella Gene Kelly le da un adorable beso a Debby Reynolds y se larga en un frenesí dancístico. Y repito no sabemos porque, en un día de lluvia, este hombre abrió el paraguas bamboleándolo de un lado para el otro el mejor estilo de aquel actor. Claro no taquea como el Sr. Kelly. No importa, la vergüenza es lo de menos. Poco a poco sonaban bocinas de los autos, algunos abucheos del público. Caras extrañas. Un loco de mediana edad en medio del diluvio universal bailando. Nunca falta el taxista que grite: Cachivache!! O algún transeúnte..mamarracho!!!. Y es cierto no es fácil bailar bajo la lluvia.
Lo más curioso fue que llamó la atención de toda persona que caminaba a las corridas. No paraba de saltar, parecía poseído, hasta llegar al poste de algún faro de la bella Buenos Aires para hacer la mítica posee del quien fuera su creador. Quien se dio cuenta tal vez noto en su fuero interno que se trataba de una recreación sin importar el grado de insania de aquel trabajador de oficina que un día salió de su trabajo en plena inundación. Los abucheos en definitiva solo fueron una invitación de observar el espectáculo dantesco de un orate. Que no hizo otra cosa que llamar la atención del público desesperado por la Tormenta dando unos segundos de arte. Malogrado, pero arte en definitiva. Cuantos pueden hacer eso?..
La lluvia cesó. El tránsito se normalizó como también el baile y la canción.
Un señora de unos 70 años abrigada hasta los dientes tomo valor para acercarse al señor de mediana edad y preguntar lo que muchos hubieran querido preguntar.
- Señor, disculpe. Usted está bien?
El hombre esbozo una leve sonrisa entre el agite y transpiración del bailongo con los zapatos llenos de barro y un saco enteramente mojado.
- Totalmente!!. Nunca estuve mejor!!
- Pero.. estem se da cuenta de lo que hizo?
- Si, me puse a bailar. Que le pareció mi papel de Gene Kelly? Sabe quién es no ¿
- Mire la verdad, no me acuerdo mucho. Pero creo que ese señor bailaba mejor que usted.
- Eso es seguro, pero lo importante fueron las ganas y el interés por hacer algo intrépido y fuera de lugar.
El hombre para ese momento secaba su cara con un pañuelo
- Sabe señora, no importa lo malo que haya salido. No va al caso, lo importante es que necesitaba que algo salga de mí y por ridículo que parezca. Ese algo me hizo salir de ese personaje gris que soy. Usted Alguna vez sintió hacer algo realmente alocado. Algo que su corazón pidiera a gritos más allá de la razón?
La anciana pensó unos instantes.
- Si, joven sabe. Una vez en mis quince años le saque el vestido de novia de mi madre. Soñaba con casarme y caminar por el campo verde. Salí a las calles de mi pueblo. Todo el mundo miraba y extrañaba. Mi madre me vió cuando volvía de hacer las compras y el enfado fue tan grande por arruinar aquel vestido blanco con el polvo de un pueblucho.
Otro hombre que escuchaba la charla. Dice de la nada. Yo hace unos meses le canté serenata a mi mujer se me cagaron de risa todos los vecinos.
una mujer de unos treinta años dice....Me comí una torta entera. Lo mas lindo que me dijeron fue gorda..no me importa. Era una chocotorta
y...yo un anciano de ochenta años.. Yo le dije un piropo a una quinceañera y mi señora casi me mata. Puta como se cabreo la bruja!!....Viejo ridículo fue lo mas pasable.
- Excelente y ahora les pregunto. Se sintieron realmente felices?
Todos miraron con acierto y la señora en voz bajita dijo:
- Joven, nunca recibí una tunda tan grande y nunca fui tan feliz por lo que hice. -
el hombre sonrió...
- Ahora entiende lo que digo señora? me entienden ?
La anciana asintió con una risa y así como la muchedumbre.
El hombre empapado cerro su paraguas y volvió a la realidad con un ademan de adiós. Tomo la avenida que lo llevara a la parada de colectivos. Mientras caminaba hacía firuletes con el paraguas silbando una canción. Todo era normal. El sol del atardecer se despedida como así también las nubes. Y la regla para él era simple sonría que usted puede hacer todas las pendejadas que quiera hasta el día que se muera
Diego Leandro
Couselo
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