El ingreso a las catacumbas fue un fácil acceso parecía todo muy tranquilo. Tomó una vara mediana la cual envolvió en la punta una tela para encender fuego como una antorcha. Una luz se hizo presente en ese recóndito agujero de los avernos. Muchos fueron los sorteos de aquel hostil paisaje de selvas y montañas. En su libró tenía anotaciones, y ralladuras. No el mapa de un tesoro. No era ni una pieza más de arqueología, no era oro, ni nada que tuviera parecido con lo paranormal, religioso o fantástico. Un libro de una polvorienta biblioteca perdida en la universidad dónde imparte clases dio lugar a la investigación del Dr. Jones.
- Vas ir indi?
- Marcus hay posibilidades que sea verdad!!
- Es solo un libro de ficciones como el del tal Verne. No hay certeza!.
- Hay un tanto de verdad. El mapa marca el lugar justo en medio de una selva de la cual una caverna aguarda escondida.
- Indi tengo entendido que aquellas tierras están resguardadas por las tribus de caníbales.
- Es un riesgo Marcus. Es un riesgo de saber quien será aquel viajero que dice venir del tiempo.
- Suerte mi amigo.
El joven indiana emprendió camino a una isla en el continente asiático en avión.
Al llegar el aeroplano, se desvanece la imagen mental de aquella conversación con su amigo. El doctor vuelve en sí tras el efímero recuerdo. No hondaremos en explicaciones de como logro llegar a la entrada e ingreso de aquel recinto oscuro perdido en papua. Ya conocemos al doctor jones lo suficiente para saber que la aventura es moneda corriente de quien afronta lo desconocido. Lo inexplicable que nos dá sentido.
El doctor jones avanzó paso a paso, con la antorcha direcciono hacía una pictografías nativas de los hombres antiguos de años atrás. Extraños dibujos de una nave redonda cuyas estrellas salían de su base. Infinidad de humanos alabando una bestia peluda y el contorno de un cuadrado con un ser en su interior. Ahora lleva la antorcha hasta otros dibujos con redondeles. Un sol alrededor. No hay dioses mas que ellos. Un escorpión pasa rápido caminando sobre aquel ante la atracción de otro insecto que sería de forma indudable su presa.
Y ahora continua el avance iluminando esta vez al suelo. Algo en aquel libro le indicará: Del cielo caerán rayos y el suelo se abrirá en el propio infierno. El doctor luego de tanto adentrarse arroja una piedras hacía adelante para verificar el acertijo y un posible peligro. Llega a un final donde no puede avanzar más. La cueva está sellada. El olor azufre, y metano se hacen insoportables. La llama se vuelve más tenue, y con esto la desesperación de la falta de oxigeno. El doctor toma de su bolso el libro para verificar aquellas palabras enredadas. Lo guarda, y es hora de Palpar cada pared. Inmediatamente observa una nueva pictografía de una nave, posa su palma como curiosidad de arqueólogo, en seguida del techo comienzan a caer estalactitas. De forma desesperada el doctor se agacha y rueda con varios giros mientras las lanzas rozaban sus talones hasta dar una con el bolso al golpearse el doctor con un bloque de piedra. Es hora. El piso se ábre como abriendo una compuerta desde abajo un rio de lava. El doctor se sostiene de una roca, pero hay poco tiempo de que aquella lo pueda mantener conforme su peso. Piensa indi! Piensa! Que harás ¿?. Indiana logra avistar en medio de una pared, una deformación rocosa que sobresalía. Piensa indi!. Ahora, es hora de sacar a su fiel compañero. Su látigo. Con un balanceo aprovecha la física del movimiento para arrojarse al vacío de forma diagonal. Ahora en medio de la caída es que con un latigazo certero enreda el cuero con aquella formación generando un nudo. Es ahora que se toma con las dos manos direccionando su cuerpo para donde un camino en medio del magma lo esperaba. Llega al piso como si lanzaran un escombro golpeándose el hombro sin mayores lesiones. Estaba a salvo. Guardo su arma en su cinto y continuo. Es ahora, en hora cuando se adentraba en la revelación. El libro cita camina en la nada misma a la puerta de del enigma.
Indiana prosigue. La transpiración de su cuerpo debilitaba su andar. El olor del azufre y el miedo a que las partículas de metano generaren la inminente explosión. El rumbo llega a su fin solo hay un trecho extenso de para llegar a la puerta. Solo resta la lava incandescente. Piensa indi! Piensa!. Camina en la nada dice el libro.
Indiana jones dubitativo vivió un segundo. Era ahora, la hora de la verdad. Muchos años habían pasado para que una vez en su vida pudiera lograr por si mismo vencer el último de sus miedos. Aquel al cual tememos, y nunca ponemos en frente. Y era ahora que tenia que enfrentar el hecho de que su fe, y la inseguridad del hombre eran una realidad y que él solo aplacaba ante una valentía absurda. Nunca había logrado vencer la inseguridad que en sí lo atormentaba. Ahora, es hora. Decídete indi!. Ahora, es hora. Indiana pudo haber estado toda su vida, pero lo definió con un paso hacia el frente porque así es como se avanza. Sin medir consecuencia se lanzó a la ruta de fuego que milagrosamente no le hizo daño alguno. El Líquido viscoso no lo quemaba. Era como agua tibia en su cuerpo. Indiana nadó como pudo hasta llegar a una puerta. El doctor esta en la orilla. En ella la inscripción. El código. Ahora, es hora de la sabiduría de quien hablaba las lenguas de muchas tribus antiguas y actuales y aquí una lengua universal yace. De quien viene en el tiempo y las galaxias. Dibujos y garabatos como conjuro de logaritmos. Ahora es hora de descifrar la clave, que no era mas que una guerra de galaxias, por lo que el doctor verifico al notar que las estrellas que en los antiguos dibujos eran parte de una batalla. Ahora, es hora. Saca su libro del bolso, y direcciona la página que en aquel idioma cita la clave. El libro tenía Un boceto de una piedra en forma de lápiz el cual podía verse en el suelo en un costado de la puerta. Toma aquel objeto, y escribe en cuneiforme aquel código. Inmediatamente la puerta se abre con estruendo. Ahora, es hora de saber la verdad. Una suerte de seudocueva oscura. Indiana enciende con otra vara y tela un fuego y ahí estaba el bloque humano. Ahora, es ahora de que luego de tantos años alguien lo libere ahora que es hora por quien há vencido la inseguridad ahora, que es hora.
Continuara……
Diego Leandro Couselo