Estaba sentado utilizando como es normal el ordenador en el trabajo como otro día mas de un
martes cualquiera. No me sentía bien. Va nunca me siento bien. Pero ese día era
particular. Ella llego y me saludo como otro día normal, pero las cosas no
andaban bien. Algunos contratiempos del lunes por mensaje de celular hacían saber lo que
acontecía. Le dije a viva voz que todo estaba bien que nada influyera en nuestras vidas y
trabajo. Ella en ese momento se acerco y esbozo una cara semipalida:
-
Llegaste tarde!
No entendí al principio. Pero después caí.
-
Si llegue tarde, pero así es la vida. Uno tiene que
seguir y tratar de caminar para ser feliz o por lo menos intentarlo
-
No quiero que nada de lo que diga o haya dicho
influya. a lo mejor yo me vaya, quien sabe? A seguir..
-
Pero no quiero que te vayas de mi vida. No quiero ser
alguien mas que pasa por tu vida como si nada que va de largo al olvido.
En ese momento la mire fijo y le explique que
tampoco me quería ir de su vida, sin embargo el tiempo es insulso,
injusto y hasta a veces despiadado y juega con las mentes de las personas. Las hace cambiar y llegar al olvido. Esto me lo enseño la vida de gente que ha pasado y se ha ido.
Todo un problema. Y solo por el hecho de cometer el pecado de
declararle mi amor. A veces parece que uno tiene que guardarse las palabras
para no lastimar ni ser lastimado. Pero no soy así creo que si hay algo para decir debe ser dicho porque el dolor de encerrarlo termina siendo una herida que jamas se cura. Ella como creyente lo entendió mas ya era tarde había otro
que había ocupado el puesto. Estaba el y estaba dios. Y decía por mis adentros
como puedo ganarles a ambos, sin mas rodeos tuve que comentarle lo que el corazón
no calla. Ya no podía guardarlo. Una vez ella me confeso que entregaría la vida a
Dios y yo le confesé sin rodeos que entregaría la vida a ella sin dudarlo. Pero la realidad es la peor
puerta donde nuestros anhelados sueños no tienen manera de entrar.
Charlamos largo y tendido ambos abrimos los
ojos a través de lo que sentíamos. Y ella con esa cara angelical me miro y me
pidió un abrazo. Una vez mas me rendí. No se porque pero tenía una sutilidad
para vencerme. La abrace fuerte y ella susurraba a mi odio, con algunas palabras: un te quiero mucho. En
ese instante rogué a Dios que me escuchara por lo menos una vez en la vida y le
pedí que guardase ese sufrimiento que tenía en ella para mí. Que no dudara un
segundo. Quería y quiero que sea feliz aunque el precio sea alto
Luego nos alejamos.
-
Podríamos estar horas charlando me decía. Y todavía había mucho para decir.
-
Si pero estamos en el trabajo y tenemos que trabajar.
–
-
Si, es verdad.
Esa cara que siempre anhele miraba fijo al
suelo. Pienso que ese abrazo fue un momento crucial que nunca voy a olvidar, a
lo igual que creo que termino de destruir lo poco que quedaba en mí. No lo se.
Podía ser una de esas pequeñas cosas que ocurren que para mi son las mejores
son las que hacen especial a las personas. Y Será por eso que la quiero tanto y
como dije ella tiene una sutil forma de vencerme y hacer que me rinda de manera incondicional a su ser, con esas pequeñas cosas. Ahora
solo depende del tiempo y el destino pero soy realista la vida continua. Ella esa creyente que tanto quiero y logró lo que una mujer no haría con su cuerpo ni amor seguirá su rumbo, y yo este triste proyecto de escritor el suyo. A lo mejor dios algún día se da cuenta de lo que siento y nos da una segunda oportunidad o no, o tal
vez este sea el Adiós para siempre. Nuestro Adiós. Nadie con franqueza lo sabe solo él.
Diego L Couselo
Diego L Couselo
"Sos Escritor", no un proyecto,....... qué bueno que hayas podido volcar todo el sentimiento en palabras,parte de tu ser en tus escritos
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