Coloqué mi mente en el ordenador en medio de la penumbra. Me gusta escribir a oscuras. Los fantasmas que van y vienen a mí alrededor no se molestan. Creen que soy uno más de ellos y entonces dentro del reino de las animas soy un coterraneo errante. Eso me agrada, y agrada a la muchedumbre que se toma unos minutos para soltar ideas en cuanto mis manos magicas arden como un nigromante en un último hechizo cortejando las brujas danzantes que en trance se refugian invocando a las piedras, plantas, vientos y aguas en su aquelarre. Y alguna fábula se pierde en la pantalla.
Diego leandro Couselo
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