mi nombre y apellido es Diego Leandro Couselo. soy un escritor amateur y en este blog guardo todos los textos de mi propia autoría. Espero que al leerlos sientan tanto placer como yo al escribirlos. Derechos reservados, y registrados por todos los textos del presente blog
sábado, 29 de julio de 2017
La sabiduría escondida
Impaciente se adentró en aquel muro de soldados de madera que la naturaleza había creado para resguardar los peligros que la especie humana no puede controlar. La naturaleza millones de años atrás le otorgó por orden divina al hombre está gracia, suerte de ayuda, y entonces vino el oxigeno, y vinieron los alimentos y el fuego, y el refugio, y el ser humano evolucionó. Debió aprender que un verdadero soldado no mata, sino que crea vida, pero algo le faltó a la especie en el desarrollo, y su frívola, y ladina mente desvió el camino de aprendizaje. Era la sabiduría que poseen todos los seres vivos. Sapiencia perdida que pocos muy pocos lograron. Y ahora luego de tantos productos artificiales que piensen por él, un mocoso ávido, carente de miedos penetra por un camino que se cuenta, ella, y sus maestros viven. Ellos. Los impasibles gigantes de la verdadera ilustración.
Diego leandro couselo
martes, 25 de julio de 2017
Dos historias, dos anécdotas y mucho por decir. -
Dos historias, dos anécdotas y mucho por decir. -
Dos historias, dos hechos, y tantas cosas para tener presente. Digo para meditar si se quiere, emocionarse tal vez. Depende de cada uno. De lo que se sienta en aquel cuadro radial que sintoniza sentidos.
No hace mucho adquirí en esas librerías que no son otra cosa que tugurios de antaño de la ciudad de Buenos Aires, un libró. Si lo sé. Siempre compró un libro. No es una novedad, ni lo será nunca. Era un sucucho de aquellos en los cuales parecen esconder en pequeños rincones sucios y olvidados algún que otro ejemplar desterrado de las fronteras de la tierra.
Había notado con paciencia en la búsqueda, que si se quiere, se puede descubrir mucho más de lo que uno espera. Hay otro tema que también quisiera exponer, y del cual no me explayaré para no romper el hilo conductor de este nimio relato. Cuando alguien encuentra un libro, o el libro lo encuentra a él. No es casualidad que se unan. Alguien en el universo está conspirando para que ese cuaderno de historias llegue a nuestro planeta interno. Como las personas ingresan en nuestra vida, sostengo la loca creencia de que los libros también tiene ese propósito magistral. Usted de aquí en más se le ha designado tal, de tal autor. No antes, ni después. Ahora. Por qué?. No se los puedo decir. Y si lo supiera tampoco se los manifestaría. Esa pregunta solo la pueden contestar ustedes lectores.
Pero ondeemos en el asunto que nos compete. El libro lleva el nombre de Las Maletas del viajero. Un conjunto de aventuras, y narraciones de José Saramago. Si nuevamente lo se. No es novedad. Si hay alguien en quien quisiera parecerme sería él. Y hoy encontré dos relatos del por qué?. El primero se llama Historia para niños. En tal cuento un chiquillo decide subir a lo alto de un cerro. En él, no había nada interesante, sino una flor marchita, y caída, y él (saramago) expresa: como era niño decidió que tenía que salvar esa flor. Porque es niño pienso!, y la vida es un pedacito de ellos que se niegan a perder algo que nosotros los adultos nunca podremos entendér. Acá los fragmentos se vuelven explicativos de lo que esa inocente criatura hace por la flor. Desciende el cerro, cruza inmensos terrenos de peligro, laberintos mortales hasta llegar al otro lado de mundo para tomar de un rió con los huecos de su mano cuanta agua pueda, y vuelve a cruzar todo hasta llegar al cerro, y dar de beber a la flor sedienta. El chico repite la operación unas veinte veces. Cansado. Con sus pies hinchados, mal herido no claudica hasta que esa flor erguida daba su aroma y se recompone, y este exhausto se duerme junto a ella. Pasan las horas, y la familia, y los vecinos lo buscan incesantemente. Cuando ya no había motivos ante tal empeño alzan sus ojos al ver un flor gigante al pie de una montaña, y al niño que durmiendo estaba. Inmediatamente fueron en su búsqueda, lo alzaron, y llevaron al pueblo como un héroe. Y acá esta la mejor parte: En la Aldea se corría la voz entre vecinos de un milagro. De que un niño había salido un día de su casa para hacer algo grande, mucho mayor que su tamaño, y que todos los tamaños juntos, y esto amigos míos es la moraleja que deja está historia. La otra historia se llama: en el Patio, un jardín de Rosas. Entre tantas cosas el se encontraba caminando por las calles de Lisboa hasta llegar a un paredón en el cual llego a divisar una frase que decía: Lena ama a Riu. No era más que una declaración insignificante en una ciudad que lo viera. Y él cita que para mucha gente es algo trivial, pero Don José tiene, y comparto su pensamiento, la vocación, y el oficio de negar lo insustancial. Luego relata que tal vez sea una declaración de un hombre o no?. No lo sabe él, no lo sé tampoco yo. No obstante expresa en pocas palabras un final para este exiguo texto, en el cual no importa quien sea?. El prefiere que sea ella la de la diminuta acción. El quiere creer que es ella, y le desea de corazón que sea feliz, que sepa siempre lo que quiere, incluso cuando a lo largo de la vida vaya pidiendo cosas diferentes, y piensa que allá va una chica ágil, y lozana que avanza decidida por el mundo, y allá va la mujer que un día plantó con pintura, rosas en un patio.
Y allá van, un niño a salvar una Flor con un poco de agua, y aquella atrevida con un tacho de pintura.
Y aquí concluyo que en un mundo tan pequeño, de pequeñas personas, y pequeñas acciones, algo tan grande, y maravilloso puede ocurrir. (Dlc)
Diego Leandro Couselo
Dos historias, dos hechos, y tantas cosas para tener presente. Digo para meditar si se quiere, emocionarse tal vez. Depende de cada uno. De lo que se sienta en aquel cuadro radial que sintoniza sentidos.
No hace mucho adquirí en esas librerías que no son otra cosa que tugurios de antaño de la ciudad de Buenos Aires, un libró. Si lo sé. Siempre compró un libro. No es una novedad, ni lo será nunca. Era un sucucho de aquellos en los cuales parecen esconder en pequeños rincones sucios y olvidados algún que otro ejemplar desterrado de las fronteras de la tierra.
Había notado con paciencia en la búsqueda, que si se quiere, se puede descubrir mucho más de lo que uno espera. Hay otro tema que también quisiera exponer, y del cual no me explayaré para no romper el hilo conductor de este nimio relato. Cuando alguien encuentra un libro, o el libro lo encuentra a él. No es casualidad que se unan. Alguien en el universo está conspirando para que ese cuaderno de historias llegue a nuestro planeta interno. Como las personas ingresan en nuestra vida, sostengo la loca creencia de que los libros también tiene ese propósito magistral. Usted de aquí en más se le ha designado tal, de tal autor. No antes, ni después. Ahora. Por qué?. No se los puedo decir. Y si lo supiera tampoco se los manifestaría. Esa pregunta solo la pueden contestar ustedes lectores.
Pero ondeemos en el asunto que nos compete. El libro lleva el nombre de Las Maletas del viajero. Un conjunto de aventuras, y narraciones de José Saramago. Si nuevamente lo se. No es novedad. Si hay alguien en quien quisiera parecerme sería él. Y hoy encontré dos relatos del por qué?. El primero se llama Historia para niños. En tal cuento un chiquillo decide subir a lo alto de un cerro. En él, no había nada interesante, sino una flor marchita, y caída, y él (saramago) expresa: como era niño decidió que tenía que salvar esa flor. Porque es niño pienso!, y la vida es un pedacito de ellos que se niegan a perder algo que nosotros los adultos nunca podremos entendér. Acá los fragmentos se vuelven explicativos de lo que esa inocente criatura hace por la flor. Desciende el cerro, cruza inmensos terrenos de peligro, laberintos mortales hasta llegar al otro lado de mundo para tomar de un rió con los huecos de su mano cuanta agua pueda, y vuelve a cruzar todo hasta llegar al cerro, y dar de beber a la flor sedienta. El chico repite la operación unas veinte veces. Cansado. Con sus pies hinchados, mal herido no claudica hasta que esa flor erguida daba su aroma y se recompone, y este exhausto se duerme junto a ella. Pasan las horas, y la familia, y los vecinos lo buscan incesantemente. Cuando ya no había motivos ante tal empeño alzan sus ojos al ver un flor gigante al pie de una montaña, y al niño que durmiendo estaba. Inmediatamente fueron en su búsqueda, lo alzaron, y llevaron al pueblo como un héroe. Y acá esta la mejor parte: En la Aldea se corría la voz entre vecinos de un milagro. De que un niño había salido un día de su casa para hacer algo grande, mucho mayor que su tamaño, y que todos los tamaños juntos, y esto amigos míos es la moraleja que deja está historia. La otra historia se llama: en el Patio, un jardín de Rosas. Entre tantas cosas el se encontraba caminando por las calles de Lisboa hasta llegar a un paredón en el cual llego a divisar una frase que decía: Lena ama a Riu. No era más que una declaración insignificante en una ciudad que lo viera. Y él cita que para mucha gente es algo trivial, pero Don José tiene, y comparto su pensamiento, la vocación, y el oficio de negar lo insustancial. Luego relata que tal vez sea una declaración de un hombre o no?. No lo sabe él, no lo sé tampoco yo. No obstante expresa en pocas palabras un final para este exiguo texto, en el cual no importa quien sea?. El prefiere que sea ella la de la diminuta acción. El quiere creer que es ella, y le desea de corazón que sea feliz, que sepa siempre lo que quiere, incluso cuando a lo largo de la vida vaya pidiendo cosas diferentes, y piensa que allá va una chica ágil, y lozana que avanza decidida por el mundo, y allá va la mujer que un día plantó con pintura, rosas en un patio.
Y allá van, un niño a salvar una Flor con un poco de agua, y aquella atrevida con un tacho de pintura.
Y aquí concluyo que en un mundo tan pequeño, de pequeñas personas, y pequeñas acciones, algo tan grande, y maravilloso puede ocurrir. (Dlc)
Diego Leandro Couselo
sábado, 22 de julio de 2017
Diez segundos de gloria
El patrón me estaba vendando la mano derecha. Era un celestial modelo de vida propio. Un fantasma en el camerino de reserva donde suelen encerrarse aquellos que donan el cuerpo al salvaje ritmo de la música infernal del combate. Luego la mano izquierda. Trazo por trazo. Se palpó las manos y aplaudió. Siempre lo hace antes de una contienda. Era una de esas peleas del montón que no valen un par de monedas y algún aplauso de la muchedumbre.
Antes de salir rezó al patrón como solía hacerlo en los tiempos de la misa santa del Convento al que a veces solía ir a visitar y conversar un poco. Estaba preparado. Si es que se está en una situación de este estilo. La guardia pretoriana estaba esperando a la salida, por lo que se dispuso arrancar por el sendero que ellos le marcaban. Las puertas se abrieron y allí estaba su rival duro de rostro. Piedra sin formar. Ojos cerrados y nariz de lo más chata. Mugía como lo hacen los toros en odio puro y de a poco se desplazó paso por paso al cuadrilátero. Era de los barrios bajos, como todos suelen serlo. Más pesado, alto y más fuerte.
Las reglas son efímeras en estos lugares. Quiero decir: No se cumplen a la perfección.
Ahora es su turno de hacer aparición. El patrón, su sombra, y el solo por el lúgubre pasillo hasta la salida. Las guardias como estatuas y la muchedumbre que explota de odio ante el visitante que solo camina observando el suelo. Llegó al ring, y subió lentamente tomando la primera soga. Una vez adentro, recuerden bien. No hay regreso en el cuadrado. El lugar más solitario del mundo. Aquí dos personas se debaten a mano limpia el ego de todos aquellos que asisten a verlos, eufóricos, luego de ser alistados como predadores en busca de un poco de sangre. La radio suena sin parar recordando los viejos combates de aquellas épocas. Anuncia una tormenta que posiblemente aparezca. Y allí estaban los dos amateur. El referí los midió. Chocaron guantes y que empiece el juego mortal.
El cara de piedra se abalanza ante el contrincante. Teseo lo espera y cubre en tremendo golpe de Cross a su cien con una guardia. Luego arremete, con furia al centro de la mandíbula de nuestro personaje. El patrón lo mira y le grita dale Mierda!!.. movete cesar movete!!. El cara de piedra sigue su rumbo y ahora gancho al hígado, al vaso como un médico que conoce la anatomía al pie de la letra.
Teseo logra escapar con un esquive mágico, y un jabeo con el puño derecho marcando el rostro del cara de piedra.
Vamos loco mátalo guita lo un orate des las gradas, otro se pone como histérico en medio de las cuerdas. Tíralo basura, tíralo. El cesar es visitante y no hay más que el patrón para alentarlo, pero no se escucha en estos momentos. Suena la campana y el primer acuerdo se va de las manos.
Ustedes pensaran que es una historia más, pero no son diez segundos que precisa el Teseo para arrancar. Como para arrancar su vida. Y pasan los rounds uno por uno y el cara de piedra sigue lastimando al Teseo que en el quinto, lo tira, en el sexto lo hiere, y siguen los golpes hasta llegar al doce. El mítico doce, el cual ya sin resto cae el cesar abatido observando como tonto a un sector de las fieras demoniacas que le gritan maldiciones. Recuerda lo que el patrón le mencionaba. Estás perdido en medio de un laberinto lleno de silencio y no sabes si quieres salir y golpeas más y más como si cada puño fuera un boleto de salida. Y sigues perdido sin nada que perder, porque cuando estás perdido no crees en nada y eso es terrible. Es mágico creer en algo. Algo más fuerte que tus puños, tu voluntad para romper el silencio que un cobarde no se atreve, ni siquiera abriendo su boca. No importa lo mucho que uno golpe, si no hay fe en esos puños no hay nada y mueres como un estúpido tirado en el infierno. Mírate ¿Cómo te quieren ver muerto a ti. No vales lo que un puñado de arena en el desierto. Haz temblar al tornado que en tu interior yace, rompe el silencio con un trueno que haga llorar a esas basuras del inframundo y mata de una vez al minotauro que espera por tu cabeza para ser colgada en una pica alta. Ese es miedo que hay en tu vientre descansando. Levanta cabeza y date el gusto de un último duelo la campana aún no suena.
Teseo se apoya en sus codos y luego sus manos. Uno, dos, tres, se pone de rodillas, cuatro, cinco, seis, poco a poco se incorpora, siete, ocho y nueve. Erguido como un bípedo el hombre vuelve a la batalla. Cara de piedra se arroja encima como el toro queriendo cornear su estómago. Nuevo esquive del visitante y un Cross de arriba para burlar al animal. Ahora es turno de cesar quebrar las reglas de esta caldera de odio y siendo pequeño y rápido se arremete valientemente sobre el cuerpo del cara de piedra que no ve su entrada burlona de arlequín que goza de un lado a otro. El cara de piedra vé venir trompadas. No sabe de dónde? No los ve. Un legendario dijo. No puedes parar lo que no puedes ver. Y llueve una ametralladora. Era tan veloz que la velocidad misma quedo sorprendida. Y un puño directo que lo tira contra las cuerdas resta diez segundos para terminar el round. Diez segundo no más. Del fondo se escucha aguanta cabezón un coterráneo amigo que le habla al cara de piedra que con una potencia incalculable le da justo en la cabeza al Teseo pero no lo siente. No siente dolor. Esta poseído por ese sentimiento de lucha y nuevamente lo tira contra las cuerdas, y ahora entra con golpes bajos. Todos los órganos marcados. Uno por uno. Llueven como una sudestada crónica. La furia de la naturaleza se hace ver ante la adrenalina de todo un estadio. En las radios se oye que hay una fuerte tormenta y en el interior se dice que la misma ha ingresado en el cuerpo de un de los rivales. Las calles se hacen intransitables por el clima y adentro del gimnasio. Si adentro el cesar está batallando hasta el final. Golpe por golpe. Diez segundo para terminar y con una trompada al estómago tira al cara de piedra abriendo las paredes del laberinto , cayendo el minotauro entre la muchedumbre al mejor estilo Firpo vs Dempsey. Tumbado entre las sillas y las personas que lo rodean a ese que llaman el cara de piedra que queda inconsciente. La cuenta regresiva sigue su curso. Eran solo diez segundos al ras del árbitro, diez segundos de gloria. De todas maneras la diferencia numérica no es tolerada por el tiempo que hace su elección para que la contienda llegue a su fin. Algo podría decir que fue una victoria pírrica de Teseo por lo arriesgado del asunto. En las calles los truenos cesaron y la lluvia se calmó. Teseo se arrodilla y su cabeza fija un minúsculo espacio en su limbo. Una luz entro en medio de aquel agujero del techo marca su rostro. El patrón está contento por su pollo. Las tarjetas puede que digan que ganó el cara de piedra a pesar de quedar tumbado boca abajo sin moverse. La realidad es que Teseo es libre. No logro ganar una batalla, sino la guerra. La luz entra tibia sobre el centro del cuadrilátero como todas esas veces que el sol hacia su aparición. No hay más que silencio en un lugar que ahora está vacío. Abandonado por los años. Las sillas llenas de polvo, y un guante gastado, y sucio tirado en el suelo. La sombra de alguien cerca de una puerta observa esa pequeña luz. La sombra toma el guante y sopla ese polvillo de antaño y contempla una descripción que dice: Aquí yace el legendario Teseo…la sombra devolvió el guante en el piso y Salió despacio por el primer corredor que lo vio ingresar. -
Diego Leandro Couselo
miércoles, 5 de julio de 2017
La ejecución
Cuando se sabe que la próxima línea que se cruzara no es otra que la frontera entre dos mundos, una parte escondida de la mente dibuja con el dedo más sabio de la mano un retrato de imágenes de la cual una es omnipresente en toda su gloria. Es lo que nos permite partir de la mejor manera sin queja, sentimiento o repudio alguno. Solo resta saber si esa imagen existe?.....
Luego de terminar algunas cartas, pidió que fuesen entregadas a los destinatarios que la vida le había otorgado. Era un viejo soldado de la cuna de una tierra fértil en promesas de libertad. Un ideólogo, esposo, padre, y amigo, y sobretodo valiente. Ahora allá en una pared gris, de contornos húmedos, y grietas en las cuales algún rastro hiedras podían verse un hombre firme espera recibir el frio golpe del plomo. El, que lucho en un norte de páramos, y estepas en el calor del infierno. El, que fue expulsado, y devuelto por la gracia del deber de seguir luchando. El, que afirmaba que en la pluma de sus relatos existía poesía en nombre del honor contra la oscura, e insipiente intolerancia de los demonios. El, que espera el fin de los tiempo, espera. Directo al corazón dice un verdugo. Suena un ruido grave de disparos. El humo se disipa. Aquel cuerpo yace en el suelo, y con él historia.
Diego leandro Couselo
Luego de terminar algunas cartas, pidió que fuesen entregadas a los destinatarios que la vida le había otorgado. Era un viejo soldado de la cuna de una tierra fértil en promesas de libertad. Un ideólogo, esposo, padre, y amigo, y sobretodo valiente. Ahora allá en una pared gris, de contornos húmedos, y grietas en las cuales algún rastro hiedras podían verse un hombre firme espera recibir el frio golpe del plomo. El, que lucho en un norte de páramos, y estepas en el calor del infierno. El, que fue expulsado, y devuelto por la gracia del deber de seguir luchando. El, que afirmaba que en la pluma de sus relatos existía poesía en nombre del honor contra la oscura, e insipiente intolerancia de los demonios. El, que espera el fin de los tiempo, espera. Directo al corazón dice un verdugo. Suena un ruido grave de disparos. El humo se disipa. Aquel cuerpo yace en el suelo, y con él historia.
Diego leandro Couselo
martes, 4 de julio de 2017
La sombra
Es un tanto difícil de explicar. Una parte del alma es tan oscura, y solitaria que hasta a veces se separa sin explicación.
Mi vida es un tanto de este ambiguo significado de frívolas palabras. Me imagino con pasos irregulares en un camino de cemento desnivelado. Al lado está ese ser que se me parece. A veces habla, y se manifiesta con ciertos rasgos de expresiones que no son las habituales del aspecto físico, sino espiritual. En su cabeza suele tener historias que nacen de sueños profundos. Historias que nunca se concretaran. Lo menciono porque también es mia. Entonces se enfada, y con sigilo me expresa de manera pérfida su infortunio. Luego se da media vuelta, y sigue su rumbo sin mediar otro sentimiento que el de sentirse al costado del mundo en el más infinito autodestierro. Lo entiendo. Es al único ser al que le guardo empatía. Sera tal vez porque en algún sentido somos iguales, y ambos estamos desamparados.
Diego leandro Couselo
sábado, 1 de julio de 2017
El que huye
-
- a dónde vas con este clima? (Lee en las primeras hojas, como pregunta, un hombre abatido)
- por ahí lejos!. Lejos de está nieve, de este frio, de está gente, de este mundo!
- entiendo!. Muy lejos?
- lo suficiente. Tal así que los problemas solo sean una insignificante partícula en el aire
- y te parece bien?,( se preguntan las páginas). Te parece correcto que un problema quede atrás? Que un mundo quede atrás?
- No, pero ayuda a calmar la mente!
- calmarla?. Una mente no se calma, solo huye, según dicen mís páginas. Es lo que todo el mundo hace. Huir!. Ven el problema, y no lo enfrentan, y así se pasan la vida sin rumbo, alejándose.
- y que se puede hacer - (lee en un fragmento que cita: quédate, y que el tiempo haga lo suyo).
- Afrontarlo. Algo muy simple. Hacer frente a ese inconveniente, encararlo y decirle aquí estoy, aunque el miedo te invada, y demostrarle al resto lo que es ser un hombre!.
- no quiero demostrar nada a nadie!
- no!, pero alguien tiene que dar el primer paso para salir adelante. .
....cerró el libro en esa última hoja, y lo guardó en un bolso. Dejó que la pequeñas secuelas de aire congelado tocaran su rostro. Al caer, ellas, la ciudad sentía la impotencia que se adquiere cuando las soluciones son un objeto inalcanzable. Algo así como extender las manos para llegar a tocar el sol, y seguir intentando como lo han hecho aquellos que caminan solos buscando respuestas en libros. Quedándose, o yéndose, sin ser entendidos..
Diego leandro Couselo
- a dónde vas con este clima? (Lee en las primeras hojas, como pregunta, un hombre abatido)
- por ahí lejos!. Lejos de está nieve, de este frio, de está gente, de este mundo!
- entiendo!. Muy lejos?
- lo suficiente. Tal así que los problemas solo sean una insignificante partícula en el aire
- y te parece bien?,( se preguntan las páginas). Te parece correcto que un problema quede atrás? Que un mundo quede atrás?
- No, pero ayuda a calmar la mente!
- calmarla?. Una mente no se calma, solo huye, según dicen mís páginas. Es lo que todo el mundo hace. Huir!. Ven el problema, y no lo enfrentan, y así se pasan la vida sin rumbo, alejándose.
- y que se puede hacer - (lee en un fragmento que cita: quédate, y que el tiempo haga lo suyo).
- Afrontarlo. Algo muy simple. Hacer frente a ese inconveniente, encararlo y decirle aquí estoy, aunque el miedo te invada, y demostrarle al resto lo que es ser un hombre!.
- no quiero demostrar nada a nadie!
- no!, pero alguien tiene que dar el primer paso para salir adelante. .
....cerró el libro en esa última hoja, y lo guardó en un bolso. Dejó que la pequeñas secuelas de aire congelado tocaran su rostro. Al caer, ellas, la ciudad sentía la impotencia que se adquiere cuando las soluciones son un objeto inalcanzable. Algo así como extender las manos para llegar a tocar el sol, y seguir intentando como lo han hecho aquellos que caminan solos buscando respuestas en libros. Quedándose, o yéndose, sin ser entendidos..
Diego leandro Couselo
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