El reino de mi mundo

domingo, 6 de noviembre de 2016

el bar



01 de Noviembre de 2016.

El cielo está nublado en la Montevideo de hoy en día, hasta el punto de que algún aguacero nos bendiga en este martes de mañana. Hay que salir un poco me dije a mí mismo para romper el tedio de quedarse inmóvil en un solo lugar encerrado entre cuatro paredes de un hotel de por ahí.
Vamos a la Ciudad vieja a recorrer sus calles, sus fachadas, sus historias es solo pasar por la puerta. Aquella defensa que la ciudad tenía ante la avanzada portuguesa y española en épocas de la Colonia.
No dejo de ver esas casas antiguas. Una morena pequeña sale a jugar con su amiga, y el sol de a poco se esconde  hasta taparse totalmente con nubes de aspecto hostil.
 Ustedes saben!. Las nubes de aspecto hostil se vuelven grises. Y cuando algo se vuelve gris, hay un problema. Sea por la naturaleza, o por acción del ser humano. Y no es por nada que mi experiencia me dice que las tormentas vendrán. La evidencia mayor son los vientos del Río de la Plata.
Las gotas hacen su aparición y el viento se acrecienta. Me levanto el cuello de la campera de jean azul que suelo usar como rockero de los 60 con ambas manos, y me dispongo a correr a paso de trote hasta dar con una calle escondida de la ciudad vieja. Tal vez el azar me llevo hasta ese recóndito sitio. cerca de una esquina donde todo puede ocurrir.
Me encontré cara a cara con aquel Bar conocido como el Brasilero. Lugar especial para muchos escritores y amantes de la nostalgia.
Estamos justo en e lugar preciso. Las lluvias ya daban rienda suelta a su empeño por bañar las calles de Montevideo.
Al entrar sentí ese aire de quienes viven la historia. tome la mesa de una punta, bien apartada. Arriba un cuadro de Mario Benedetti, del otro lado demás otras figuras conocidas del pueblo charrúa. Un café simple y un vaso de agua solamente para pasar el rato mientras observaba el chaparrón caer.
Apoye mi mano en la mejilla, con el codo en la mesa como esos que piensan y se instalan en su mundo interno y me visualice una ficción de la nada. Algo misterioso y excepcional a la vez.
llegué y por alguna razón reflexioné. Uno suele reflexionar en un bar. Raro para el ser normal o no?
Se me vino en la cabeza entonces: ese motor loco que no para de imaginar, de que bárbaro sería que el maestro Galeano se cruzara y de la nada entrada a este bar como muchas veces lo hizo. y de la nada entró. Entro realmente ? no, si, no se. Me invito a soñar.
Gorra en mano, empapado, camisa y un jean gastado. Alguien hizo su aparición bizarra desde las puertas de un lugar cerca de una esquina donde todo puede ocurrir con gorra en mano.
Lo veo y le digo como primerizo a la propuesta de invitación:  maestro quiere compartir un café con este humilde servidor ?
- Sería un gusto.
Deja su sombrero en la mesa y se sienta.
otro café mas para el señor le digo al mozo.
Tenía al maestro en mi mesa, dispuesto a hablar sobre las historias que las Venas abiertas de nuestra América esconden y decir que no hay un libro de los abrazos que se compare con un abrazo de verdad.
El maestro juntas sus manos. algunas charlas tenues de futbol, mujeres, política. El maestro pregunto de que parte de buenos aires era y que me traía a tierras charrúas.
Solo vacaciones y una manera de olvidarme quien soy por un momento.
- perfecto me dice. Siempre es bueno salir de nuestro universo interno, aunque seas unos momentos.

- Maestro ya que estamos, y de lo que ve usted, que consejo le podría dar a quien ha llegado a una ciudad, tras la desesperación de escaparse del mundo y de esa maldita realidad que no hizo otra cosa que aplacar sus sueños ?
El maestro hizo un suspiro y dijo:
Que pregunta poética. Son así siempre ustedes ? jaja
ambos reímos un poco para pasar el rato. Y es verdad bastante complejidad existía en ella.
- Mira gurí. Yo como mí amigo que está en ese cuadro de arriba, tuvimos que escaparnos por la fuerza y así conocimos el mundo que nos rodea. Aprendimos a pensar diferente y a sentir. Cada paso que dimos fue una historia y cada historia un recuerdo. Nos agarró Dios con un sermón, y luego el Diablo nos tentó a pecar. Nos amó una prostituta por unas monedas y luego una principiante nos otorgo su paraíso por cariño. Un empresario nos ofreció dinero a cambio de nuestra fuerza y un compañero comunista nos hizo pensar en luchar por una vida mejor. Escuchamos rock, samba, merengue y jazz y cada melodía era una bocanada de vida. Leísmos a cervantes, sastre, a  Garcia Marquez. lloramos cuando alguien se fue de nuestro lado y reímos cuando otros hacían su aparición.  Mucho he caminado por el horizonte. Todo fue una utopía y un día decidimos volver. Y acá estoy contando a un desconocido que me invita un café en el bar que me enseño a caminar.
Y el mejor consejo que puedo darle a un gurí, es que sea cual sea tu causa rutina, tedio, desamor, o quizás todos esos sinónimos unidos en una sola palabra es que camines. No en un rumbo fijo sino en muchos rumbos y nunca pares, y si te caés párate y volvés a caminar y cada pasito que des te va a hacer llegar a lo que buscas o a lo mejor te acerque mucho mas a ese anhelo. A la aventura, a la profesión, al amor y a la vida que realmente querés encontrar y cuando ya sientas que es hora de parar vas a volver al mismo lugar que te vió partir a contar algún otro gurí tu experiencia y darle esas fuerzas que precisa para no rendirse y seguir adelante.
Este viejo que tenés en frente es solo un hablador.

El maestro termina sus palabras y ríe esbozando un leve mueca, al dar un sorbo de su café
Escuche atentamente sus palabras y me sentí que no tenía nada por decir mas que gracias
El café se acaba. Y es el vivo retrato de un reloj de arena que finiquita la reunión.
La taza está vacía y el tiempo se ha acabado.
 - Bueno, porteño me tengo que ir.  No todo es para siempre.  Mandá mis saludos a la Buenos Aires querida. Se la extraña

El maestro, se levanta y se dirige a la puerta del café. Una lluvia terrible cubre las calles. Observa el cielo.
 - Hermoso día para caminar.
No supe si fue en serio o broma. Y desapareció junto al agua que caía. Tal vez era hora de fluir.

Saque mi mano de la mejilla. E hice una sacudida leve, haciendo girar mi cabeza de un lado para el otro para entrar en razón. Mi taza estaba intacta y el mozo que sería un hombre desgastado por el tiempo, se acerco hacía mi a preguntar.
- Se encuentra bien señor ? No toco su taza de café
- Si, no se preocupe. Solo estaba meditando un poco, y entretanto miraba caer ese chubasco
- Le hago una pregunta.
- Suele uno soñar ?. parece muy extraño lo que pregunto, no ?
 - Claro, Este bar está para eso para soñar.
 - gracias.
El mozo sonrió como si diera por hecho lo sucedido.
 - Señor le caliento su café
 - Por favor, gracias y gracias de nuevo.
 -Gracias de nuevo? por que?
 - No se, se me dio por agradecer
El mozo fue riendo.

Nuevamente  me quede cavilando. Y es que cavilar ayuda mucho saben?. si realmente fuera cierto que el maestro estuviese ahí para darme una mano  y que caminar fuera la razón de toda respuesta a las preguntas que nos hacemos día a día, y que  todo sea una utopía a la que nos proponemos llegar.
Y que yo como tantos pudiera darle a otro esa ayuda que todos precisamos y sabe quien mundo fuera otra cosa de locos.
Los cuadros hacía la ventana,  el mozo que me trae el café. El viento que sopla con furia y la lluvia que no para de caer. .Y el bar. Ese bendito bar donde los sueños y las respuestas se hacen realidad.
                                      Diego Leandro Couselo



No hay comentarios:

Publicar un comentario