El reino de mi mundo

sábado, 24 de septiembre de 2016

la manera de ver


Ser  amable es solo cuestión de cortesía. Nadie rechaza la idea de ayudar al prójimo. Nadie puede ser indiferente a la sociedad. A quien no tiene la manera de sustentar su pasos ante la invidencia de no poder recibir la manera de ver a su alrededor. Los ciegos tienen ese problema. No pueden ver. Pero es verdad esa conjetura de alguien que afortunadamente tiene la posibilidad de recibir los colores del día?.

Repito uno debe ser ciudadano, y ayudar a quienes nos precisan en el momento adecuado. Como un hombre anciano que solo quiere cruzar una avenida con su bastón de color blanco tambaleando en forma de péndulo de un lado hacia el otro. Espera en la avenida, parado en un cordón de la calle. Supone que no puede cruzar. Solo supone. No puede ver, mientras van a vienen carros.

El espera los minutos adecuados

-          Lo ayudo a cruzar señor ¿

-          Por favor. Se me complica un poco. Usted sabe mi condición?

Tomar del brazo al invidente y esperar un poco.

-          Noto que es usted. Ambidiestro ?

No tenía nada de ciego este señor  por lo que parecía.

-          Es verdad?. Como se dio cuenta ¿

-          Me toma el brazo derecho con la mano izquierda.

-          Usted sabe? La mano izquierda determina mucho de nuestra persona. Nos define como somos. Nuestro intelecto. Esa capacidad cognitiva.

-          La verdad no lo sabía. Utilizo ambas manos, aunque para diferentes actividades.

-          Lo sé!. Un ciego puede definir más de lo que se cree.

 

Inmediatamente cruzamos el primer tramo de la avenida 9 de julio.  Íbamos a paso lento y mientras nos invitamos a la charla.

-          Sabe para ser ciego lo noto que tiene una capacidad muy amplia de percibir.

-           Es que no estoy ciego. Literalmente. Yo puedo ver más de lo que usted cree.

-          Mmm. En qué sentido

-          En muchos sentidos. Usted y cada persona a nuestro alrededor observa el mundo con ojos propios. De manera individual nota cada objeto y envía un aviso al cerebro de su actividad realizada. Y con ojos, intenta hablar, sentir y amar.

-          Si pero, no solo con ojos. Tenemos otras capacidades.

-          Si. Pero no las usan. Yo nací ciego. Jamás supe lo que es un color, un objeto movible, el cielo o las estrellas. Pero aprendí a sentir. A tocar. Escuchar. Y concluir con estas herramientas lo maravilloso de las personas, de las cosas, de la vida en sí..

Habíamos terminado de cruzar los tramos.

-          Entiendo, a lo mejor usted identifica a su forma el mundo. Algo que nosotros no podemos sino con los ojos. Por cierto llegamos a destino. Precisa de ir a algún lugar determinado?

-          Joven gracias, si puede acompañarme unas dos cuadras derecho hasta una confitería cerca de aquí. Ahí me espera mi esposa que tanta paciencia me ha tenido en estos años de mi vida. Si la viera mujer de 80 años paciente como un árbol viejo… me decía que ustedes ven con los ojos ¿?. Grabe error sabe?. No es cuestión de ver con nuestros ojos sino con nuestra alma. Déjeme que toque su rostro.

Inmediatamente el ciego anciano poso su mano sobre mi cara.

-          Veo que es usted un joven muy solitario. Porque será?

-          En serio me dice esto ¿?. No se tal vez nascí así?

-          Señor. La soledad es solo un miedo más que nos imponemos al cual se puede aventajar con decisión. Usted está más ciego yo!.. Si yo hubiera dependido de poder ver no estaría aquí ahora y ni hubiera llegado a donde estoy.

-          Y como pudo determinar esto ¿.

-          Lo mismo que su mano izquierda. Sus ojos. Nosotros por increíble que parezca podemos ver a través de los ojos de otros. fallar  todo lo que a nuestro alrededor existe. Y noto que usted es una buena persona, pero no abre su corazón que tanto tiene para dar.

(Ya casi estábamos llegando a donde una mujer anciana bajita esperaba)

No puedo ver. Lo que yo quiero, pero puedo ver lo que usted quiere. Y usted quiere romper ese esquema que no lo deja salir de este laberinto de soledad.  

-          Puede que tenga razón señor y pero porque?

-          Mire solo puedo decirle que es una buena persona.  Y en este mundo escasean las buenas personas. Y todos somos ciegos que no podemos ver.  No por nosotros mismos sino por los demás. Y lo peor de este mundo no es, no poder ver por uno mismo, sino que nadie quiera verte. Y eso es lo que está pasando. Y usted es una buena persona que quiere ver.

Ya casi estamos no?

-          Si, justo ahí está su mujer.

-          Joven le agradezco mucho la atención y a escuchar, palpar, sentir y por alguna forma ver a este ciego.

-          No gracias a usted por verme y por ayudarme a dar un paso pequeño para ver.

Se separaron ambos observándose como quien quiere ver más allá…

                                                                                                                                  Diego Leandro Couselo  

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